Mi intención al escribir este artículo es poder compartir con todas las futuras y recientes madres mi experiencia como madre (tengo 3 niñas, una recién llegada) y también como profesional de la nutrición.
Para empezar, lo que quiero destacar es que no hay que agobiarse. Es cierto que debemos pensar en dar lo mejor a nuestros hijos, pero para poder hacerlo primero debemos estar bien nosotras. Uno de los problemas al que nos enfrentamos es que nos bombardean constantemente con información y consejos que pueden llegar a marearnos, sobretodo si somos primerizas. Cada persona es única y muchas veces unos consejos sirven para unas y otros para otras; por muy buenos que sean e independientemente de quien provengan: profesionales y personal sanitario, la madre, la suegra, familiares varios, amigas, etc. En mi opinión, tenemos que fiarnos de nuestro propio criterio y si vemos que necesitamos consejos, elegir una única persona de confianza y con experiencia para guiarnos durante este periodo.
Dicho esto, voy a profundizar sobre el tema propio de la lactancia y sus diferentes opciones.
Como sabemos, la mejor manera de alimentar a nuestros pequeños al nacer es la lactancia materna. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna durante los seis primeros meses de vida. Y también lo hacen la Asociación Española de Pediatría y la mayoría de organismos públicos mundiales. Pero no siempre es posible y hay muchísimos motivos respetables y justificables que lo pueden impedir.
Insisto en que no hay que agobiarse, si una no puede dar el pecho o no lo consigue de manera armoniosa no pasa nada y existen muchas fórmulas de leche que permitirán un buen desarrollo y crecimiento a tu bebé. A veces el obsesionarse con el hecho de que “como la lactancia materna es lo mejor para mi bebé, tengo que dar el pecho sí o sí” puede ser un error y resultar perjudicial para el correcto crecimiento de nuestro bebé.
Respecto a la lactancia materna, también cabe destacar que cuanto más cuidamos nuestros hábitos de vida y de alimentación, más sana será nuestra leche para el beneficio de nuestro pequeño.
¿Pero qué tiene la leche materna que no tienen las leches de fórmula?
La leche materna contiene todos los nutrientes que tu bebé necesita en la proporción adecuada, pero lo que realmente lo distingue de la leche de fórmula son los anticuerpos que le transmites a tu bebé y que la leche de fórmula no puede transmitirle. Además la composición de la leche materna varía constantemente para proporcionarle lo que necesita en cada momento.
Por otro lado, aunque no es un factor puramente nutricional también crearás un vínculo afectivo muy particular y beneficioso con tu bebé que difícilmente conseguirás de otro modo.
¿Hasta cuándo debo dar el pecho?
Durante los primeros meses de vida del bebé es el momento en que más necesaria es la leche materna. Suelo aconsejar una alimentación exclusiva durante los tres primeros meses y alargándola hasta los seis primeros meses siempre que se pueda y que el bebe gane el peso adecuado. La mayoría de expertos coinciden en dar el pecho durante los primeros seis meses de vida. A partir del año de vida aproximadamente no se suele aconsejar dar el pecho porque el vínculo de dependencia maternofilial será muy difícil de romper y más doloroso para el niño. Además varios expertos también lo desaconsejan más allá de esta edad porque puede dificultar la capacidad funcional y la madurez del paladar, lo que puede dar lugar a diversos problemas al tragar los alimentos (sobretodo al empezar la diferenciación de la dieta) o incluso dificultades para el desarrollo correcto del habla.
¿Cuándo no compensa dar el pecho?
Como madre de tres niñas y nutricionista, siempre he procurado priorizar la lactancia materna sobre las leches de fórmulas, pero no lo he tenido fácil. Siempre he tenido problemas para dar el pecho, con grietas que no cicatrizaban bien, “muget” en la boca de mi bebé, encumbramientos de los canales galactóforos, mastitis, fiebre muy alta, mucho dolor, etc.
Mi primera hija no ganó peso adecuadamente hasta que decidí alternar con leche de fórmula al final del tercer mes. El resultado ha sido una evolución rápida y correcta. Con mi segunda hija tampoco lo tuve fácil, al principio del segundo mes lo dejé por culpa de una fuerte mastitis. Así que mi experiencia dice que si lo puedes hacer, hazlo, pero que si por ejemplo, el bebé no gana el peso adecuado o sufres demasiado, optes por compaginar con leche de fórmula o dejarlo. En estos momentos ya llevo un mes dando el pecho a mi tercera princesa y parece que pinta muy bien!
¿Y si no doy el pecho?
Si eliges no dar el pecho no pasa absolutamente nada, existen muchísimas fórmulas de leche adaptadas para el correcto desarrollo de tu bebé. Lo que sí hay que tener en cuenta es que para los niños con problemas digestivos importantes: diarreas, estreñimiento, cólicos, etc. habrá que buscar una fórmula adaptada para el problema. A veces, las fórmulas de leche tradicionales que son derivadas de la leche de vaca pueden no ser adecuadas, incluso las específicas para cólicos. Es importante y suele ser necesario en función de cómo reacciona el bebé (muchos llantos, rechazo del biberón…) valorar un posible problema o una posible intolerancia, pero siempre sin agobiarse porque como he dicho anteriormente hay múltiples soluciones. No me voy a extender sobre las diferentes fórmulas de leche y sus composiciones, sin embargo os recomiendo que preguntéis a vuestro pediatra de confianza.
Espero que este breve artículo os haya servido de ayuda. Mi intención es poder más adelante escribir sobre los diversos tipos de leche de fórmula y sus propiedades, para poder ayudaros más. Deseo que disfrutéis mucho de estos momentos únicos con vuestros pequeños y recordad de hacerlo sin agobios por mucho que las hormonas juegan a veces en nuestra contra.